Esto coincidió con mis vacaciones en Cantabria. Los únicos 4 días que he corrido este verano han sido aquí. Subidas a Monte Buciero y Peña Candina, con unas vistas espectaculares, y más para mí, que soy de interior y no veo muy a menudo el mar.Decir que la Peña Candina, con sus casi 500 metros de altura acoge la mayor colonia de buitre común de la cornisa cantábrica y la única marina de toda Europa. La foto superior está tomada desde los Ojos del Diablo, dos agujeros naturales que perforan la roca y que observan con detalle los movimientos de los que deciden hacer cima.
En la cima algunos buitres planean a escasos metros de mi cabeza y otros descansan en rocas que caen en vertical hasta el nivel del mar.
El último día que entrené en esta montaña me trajo otro regalo. A la ya mencionada periostitis en la tibia derecha se unió un fuerte dolor en la rodilla izquierda. Fue en la bajada, y tuve la "idea" de plasmarlo en una foto para poder recordarlo en un futuro, cuando mis molestias hayan desaparecido en su totalidad, y me haga recordar la importancia que tienen los estiramientos y el fortalecimiento muscular.
Por decirlo de alguna manera, por suerte este dolor en la rodilla era ya conocido, ya que dos años atrás padecí exactamaente lo mismo: condromalacia rotuliana. Así que de nuevo otro parón.En su día acudí hasta Bilbao, y con los buenos resultados obtenidos entonces, esta vez no iba ser menos. De ahí que ahora dé la importancia que se merece a los estiramentos y al fortalecimiento. Tras la "bronca" de Pedro, mi fisio, manos a la obra. Otra vez los dolores en la rodilla se deben a un desplazamiento en la cadera. Gracias a sus manos y a los deberes que me mandó hacer en casa, la cosa va bien encauzada.
Y ya puestos, en la última sesión, le comenté el estado de mi periostitis. En buen momento. Se cebó con mi tibia hasta el punto que he estado cojeando durante 4 días, y los moratones que me dejó aún perduran. Pero lo más importante, no hay dolor.
Y con todo esto, decir sólo que esta semana he comenzado otra vez a entrenar. Más motivado y con más cosas en mente que nunca. Habrá que ir suave, seguir haciendo los deberes y evitar sorpresas. No quiero que la siguiente entrada en el blog sea dentro de otros 4 meses.
Buenos entrenos y mejores carreras a todos.

Pero nada que una buena cena no pueda curar. Eso sí, reventado.

Un primer entreno por los Montes de Vitoria el miércoles, daba paso ayer domingo a la Kedada con la gente del Kirolak-C.M.Gazteiz Trail Running Team.
Por otro lado, el gran Gontzal Sanz también se dejó caer por el lugar. Y si queríamos más, a punto de coronar Errogana, se nos junta el mismísimo Ionut Zinca, ganador de la Mountain Running International Cup de 2011 (MRIC), quien una semana antes plantó cara a Marco De Gasperi en la carrera del Alto Sil. En la foto se le puede ver dándome una lección de calzado. Hay que verle subir, y ya no digo bajar. Impresionante.
Empiezo de nuevo a correr en la piscina. Lentamente voy introduciendo algunos largos nadando, encontrándome con que he pasado de nadar 50 metros (con una parada incluída y flato), a completar 700 - 800 metros con menos esfuerzo del esperado. Algunos dirán que no es para tanto, pero para mí es un logro que va a ir a más en los cuatro días semanales que le estoy dedicando al agua.
1 km sin molestias, 2 km sin molestias, 4 km sin molestias, 6 km, 12 km, 2 días, 5 días... pero si no tengo ningún tipo de dolor!!! Al menos hasta hoy, y sigo tocando madera. Lo dicho. Estoy en una nube.
La verdad es que salgo bastante motivado a entrenar. Esta semana, en un nuevo desvío dentro de los innumerables cruces que hay por los hayedos de los Montes de Vitoria, me encuentro un sendero estrecho. Un sendero de los que se disfrutan corriendo mientras retumban mis zancadas y se pierden los pies en el manto de hojas secas que durante todo el año lo cubren. Paralelo, un arroyo con contínuos saltos de agua me obliga a apagar la música del mp3 para disfrutar de su particular música. No hay palabras para describir esto. Un trago de su agua y a completar el entreno. Hoy no hemos podido pasar de los 1000 metros de desnivel acumulado, pero la belleza de estos hayedos, salpicados por acebos y abedules hace que lo supere.
Por otro lado, esta semana, y tras cinco meses, termino el dichoso curso. Cinco meses en los que los exámenes me han quitado tiempo y salud. Aunque a decir verdad, el que me ha quitado salud, sobre todo en la tibia, ha sido el tartán de la pista de atletismo. Qué horror.
Mientras, el invierno llama a la puerta y empiezan a caer las primeras nevadas serias. Yo en el rodillo, cuando no estudiando, y viendo por la ventana cómo todos montes adquieren un manto blanco que los hace más grandes si cabe.
Me dirijo a mi zona. Esa en la que he pasado tantas horas haciendo cientos de kilómetros. Durante varios minutos me acompañan las huellas bien marcadas de un zorro. La acumulación de desnivel y la inactividad corriendo se hace notar. Es cierto que la bici ayuda a mantener cierto nivel, pero no lo suficiente como para subir sin sufrimiento. Sufro, sí. Sufro mucho y me falta oxígeno. El aire entra por la nariz demasiado frío. Duele respirar y por momentos se me saltan las lágrimas. Pero aún así esto es lo mejor de las últimas semanas. Al fin y al cabo, dicen que los corredores somos unos seres raros hechos de una pasta especial.
Veremos qué pasa de ahora en adelante. Mi idea es ir a Biarritz para que me hagan un nuevo estudio podológico y me fabriquen unas nuevas plantillas.