lunes, 16 de abril de 2012

Tras las anginas hay vida

10 días con anginas me han dejado fuera de juego. 10 interminables días en los que por subir un triste escalón ya aparecía el amigo flato. Respiración forzada. Hecho un trapo. Agotado.




La piscina fue mi vía de escape. Sufrí, sí. Pero era la única actividad que mi cuerpo podía asimilar. Durante las horas posteriores la sensación de bienestar era increíble. Pero sólo las horas posteriores, porque a la mañana siguiente me levantaba de nuevo doblado.


Horas y horas en la piscina. Encantado y enganchado.

Piscina del gimnasio K2.


Así que tocaba ponerse las zapatillas otra vez. Poco a poco, y no sin sufrir, he ido aumentando el kilometraje y el desnivel. El primer día no pude pasar de la hora, pero con el paso de los días la cosa ha ido mejorando. Hasta aquí todo perfecto si no fuera por unas leves molestias en la tibia derecha (y van ya 300).


Vuelta a mis remedios caseros y a trotar con zapatillas "descatalogadas", de esas que guardo en el garaje y que están pidiendo a gritos una merecida jubilación.


Esta semana, mientras sigo con los entrenos, estoy intentando contactar con la podóloga de Biarritz. Sé que está dando citas a dos semanas vista, por lo que la cosa no pinta mal.


No quiero deshacerme de las últimas zapatillas que he ido comprando y que me están dando más de un quebradero de cabeza, no vaya a ser que los problemas vengan de las plantillas.


Ahora, con el calendario del trabajo delante tengo que ir seleccionando alguna carrera, porque las ganas me pueden, aunque el único objetivo sea terminarlas sin ningún tipo de molestia.


Y para motivarme aún más, a partir de mañana los entrenos de montaña los haré con un Garmin Forerunner 610 hrm. Todo sea por una buena causa.


De momento mañana tocará pisar bastante nieve gracias a esta primavera que aún no ha dejado asomar al sol por estos lares. Y de la temperatura ni hablamos.

Paredes de La Leze en la subida a Olano (1082 m).


Felices entrenos a todos.